![]() |
Pinchad aquí |
Te damos gracias, Señor, por la vida de Jesús, que nos ha ayudado a tantos a no alejarnos de Ti. Él ha sido, hoy una vez más, herramienta tuya. Hoy, quizá sin saberlo, hemos dejado que el Espíritu Santo nos haya traído hasta este pabellón por medio de Jesús Sobrino, nuestro 'profe'.
Y sin duda que Jesús lo ha hecho bien. Prueba de ello es el número de personas que hoy nos hemos querido acercar al colegio para compartir este momento. A llorar unos con otros, a apoyarnos unos en otros, porque somos comunidad, somos familia, somos ángeles los unos para con los otros, como tantas y tantas otras veces.
Jesús era capaz de ilusionar a cualquiera con su manera de ser: innovador, observador, provocador, creativo, inquieto…
Damos Gracias a Dios por haber adornado nuestras vida teniendo a Jesús tan cerca. Porque él ha sido luz en la tiniebla, faro en la tempestad y humildad en el camino como polvo que desaparece imperceptible.
Te damos gracias, Señor porque has sido grande con nosotros y nos sigues regalando muchos ángeles visibles en este colegio. Ángeles como nuestro querido Jesús, un ángel que nos enseñó con su ejemplo a acompañar a nuestros queridos chicos. A verte a Ti en cada uno de ellos, cada día.
Gracias porque hemos aprendido de Jesús que del corazón pueden salir palabras, silencios, abrazos y la escucha atenta que son tiritas para las heridas de esas ovejas que Tú, Padre bueno, nos has encomendado: alumnos, padres, amigos o incluso desconocidos.
Cuando actuaba como mago siempre decía su coletilla: ‘yo soy maestro de vocación y mago de corazón’. Jesús era, es y será, un maestro con alma de niño que enseñó a hacer magia, a 'convertir en extraordinario lo ordinario', desde las aulas y fuera de ellas, tocando los corazones de todos aquellos que se dejaron tocar.
Si hoy tenemos el corazón roto, y “Dios no rechaza un corazón contrito y humillado”, es el momento de mirar a Dios, y de pedirle, sin miedo, como a un padre, con toda nuestra confianza: Papá, tú que has permitido que caiga, escúchame, tiéndeme tu mano y ayúdame a levantarme con tu fuerza porque yo soy tuyo y solo no puedo. Y Dios llenará nuestro corazón, y se servirá de los que tenemos a nuestro alrededor para llevar a término su obra.
Por todo esto, ¡no tengáis miedo! que Jesucristo ya ha resucitado por nosotros. Abramos hoy el oído y nuestro corazón a Dios nuestro Padre, dándole gracias por la vida de Jesús y, aprovechando todas esas emociones que nos invaden el corazón, dejemos la puerta abierta al Señor, para que sea Él quien sane nuestras heridas.
Jesús: un último servicio te han encargado y, como no podía ser de otra manera, lo has hecho con todo tu amor. Has dado tu vida para que hoy, nuevamente, vuelvas a hacer magia y nos acerques al Señor estando aquí esta tarde. Que nunca nos apartemos de Él.
Gracias por todo, Jesús, descansa en paz. Que nuestra oración te ayude a llegar al Cielo, con tus padres, que te esperan ansiosos para darte ese gran abrazo que te mereces, y que desde Allí nos cuides e intercedas por nosotros como has hecho siempre aquí en la tierra,
Amén.
![]() |
Gracias maestro, compañero, amigo, hermano. |